La
teoría más comúnmente aceptada es la elaborada hace casi cuarenta años por el
científico americano Paul Martin. El responsable no habría sido
otro que el Hormo sapiens. De hecho, tanto en América como en Australia las
extinciones masivas de grandes mamíferos tuvieron lugar poco después de la
llegada de los primeros humanos. En Australia, comenzaron hace unos 40.000
años, y en las Américas, hace unos 13.000.
Según
Martin, los animales de estos continentes eran absolutamente vulnerables a los
seres humanos, ya que nunca habían interaccionado con ellos. Echad un vistazo
al diario de cualquier explorador que dé con un hábitat natural donde nunca
antes haya estado el hombre, por ejemplo el de Charles Darwin; en él cuenta su
viaje a las islas Galápagos y en sus páginas comenta la falta de
timidez de la vida salvaje. Aún hoy es un fenómeno observable en aquellas
escasas partes del mundo en las que los animales no han conocido a los humanos
como vecinos. De modo que, cuando los primeros seres humanos llegaron a
aquellas tierras con sus armas de sílex, sus arcos y lanzas, los animales no
tuvieron miedo. Más bien observarían llenos de curiosidad a aquellos simios
peludos que caminaban sobre sus extremidades traseras. Incluso los leones, si
no tenían demasiada hambre, se habrían echado a dormir, y los caballos habrían
seguido, sin más, masticando hierba. En definitiva, eran presas fáciles para el
hombre cazador-recolector provisto de sus afilados útiles. De esta forma, en
menos de mil años, la mayor parte de la fauna habría sido exterminada, y muchas
especies estarían a las puertas de la extinción.
¿Porqué se extinguió la megafauna?: La extinción de
estos grandes mamíferos es todavía incierta. Algunos expertos sostienen que se
pudo deber a los cambios climáticos ocurridos a finales del pleistoceno que
afectaron tanto a la flora y la fauna de las cuales éstos se alimentaban.
Otros expertos opinan que la cacería a que eran objeto por grupos nómadas
de cazadores los llevó a la extinción.
Esta
teoría también explica por qué en el norte de África, Europa y Asia especies
muy similares, en cambio, sobrevivieron a la presencia del hombre. En estos
lugares, los animales hablan evolucionado junto a las especies de homínido
durante más de dos millones de años, y se habían acostumbrado a su sed de caza.
La experiencia de sus ancestros les había provisto de un instinto muy
desarrollado que les permitió sobrevivir evitando el contacto con los simios
bípedos, bien huyendo, bien escondiéndose de ellos. Todo ello implica que las
extinciones masivas de las que Australia y las Américas fueron testigos jamás
tuvieron lugar en esas otras regiones del planeta. Por tanto, según esta
hipótesis, en unos años, el Homo sapiens terminó con cerca de la mitad
de las especies animales existentes y las condenó así al olvido.
Esta
teoría, conocida como la «matanza del Pleistoceno», ha sido revisada
recientemente. No explica, por ejemplo, cómo ciertas especies que el hombre no
suele consumir, tales como los perezosos, se extinguieron igualmente, mientras
que otras que si eran cazadas con frecuencia consiguieron sobrevivir (pensemos
en los bisontes). Asimismo, tampoco explica la razón por la que los castores,
los osos o los propios bisontes redujeron ostensiblemente su tamaño.
La
teoría más factible parece ser la que combina presencia de los seres humanos
con el efecto del cambio climático. Cuando los primeros humanos llegaron a los
continentes vírgenes de Australia y América, se dieron cuenta, en efecto, de
que la fauna era presa fácil. Muchas de las principales especies de predadores,
tales como leones, tigres y lobos, fueron aniquiladas por los
cazadores-recolectores. Al mismo tiempo, las temperaturas se incrementaron, lo
cual provocó el deshielo de los glaciares y el incremento del nivel del mar. Lo
que en otro tiempo en América había sido un paisaje exuberante de árboles y
pastos, se convirtió en áridas sabanas en el interior y bosques de coníferas en
las proximidades de las costas.
La desaparición de los
carnívoros tuvo como consecuencia el incremento de las poblaciones de
herbívoros (que hablan sido sus principales presas), caso de los bisontes,
ciervos, perezosos, caballos y camellos. Su número creció tanto que la comida
comenzó a escasear. Todo ello, en combinación con los cambios experimentados
por la vegetación a causa del cambio climático, condujo a la catástrofe.
